Sin libertad, estamos muertos

Seré breve, claro y directo. Salud, amor, trabajo, amistad… Por supuesto que de eso trata todo este espectáculo que vivimos. Pero no hay nada más importante que la libertad. Sin libertad, estamos muertos.

Hace nada salió la noticia en plena Comic Con de San Diego 2018: James Gunn, el director contratado por Marvel para las dos entregas de Guardianes de la Galaxia, fue despedido en plena pre-producción de la tercera entrega por Disney. ¿El motivo? Gunn publicó en twitter algunas bromas de muy mal gusto hace más de una década y, por lo visto, cierto sector de la administración de Donald Trump sacó a la luz dichas publicaciones. Al tratarse de un humor provocativo que hacía referencia a temas espinosos y nada familiares ni aptos para todos los públicos, la casa del ratón Mickey, actual gigante dominador de la taquilla mundial, despidió a James Gunn porque, palabras textuales, «Su estilo no coincide con el nuestro y sus publicaciones son indefendibles«. Muy atentos, indefendibles.

Una de las mayores empresas de entretenimiento familiar del mundo ha despedido a uno de sus más eficaces asalariados, uno de sus soldados cinematográficos con más talento, porque no están de acuerdo con sus –ya no ideales– bromas. Bromas de humor grueso, humor negro, políticamente incorrecto… Pero bromas. No voy a centrarme en lo que me parece esto, porque creo que está quedando bien claro. Enseguida empezaron a arder las redes, y la indignación de público, fans y compañeros de profesión de Gunn se hizo visible en ellas. Las mejores declaraciones, a cargo de Dave Bautista y Ricky Gervais:

¿Sois conscientes de que ninguno de nosotros estamos a salvo de esto, aunque seamos unos don nadie? Está claro, y lo están dejando más claro que nunca, que ya no se puede decir ni hacer nada sin que esa masa de corrección política que asola actualmente el mundo se te eche encima. Estamos viviendo, nos guste o no, una nueva caza de brujas a través de las redes sociales y la comunicación. Una cacería indiscriminada por parte de defensores del bien y de la moral a los que no les importa dejar sin trabajo y sin un dinero que se había ganado a un cineasta porque no comparte su modo de pensar. ¿Os suena todo esto? El senador McCarthy lo hizo en los años 50 en Norteamérica y más sangrantemente, pero no libre del mismo sentido de la opresión. En nuestro país sucedía hasta hace bien pocas décadas, como ya sabéis. Es un hecho muy simple, terrorífico, el que rige a esta masa protectora de la «moral»: Si no estás de acuerdo conmigo, si no piensas como yo, no serás bien recibido ni visto.

El caso de James Gunn es sólo una chispa en una serie de pequeños destellos que han encendido un fuego gigante que, si no dominamos, acabará quemándonos a todos. No importan nuestras diferencias, no importa en qué estemos o no de acuerdo. Nunca, jamás, nadie debe decirnos qué decir, escribir, opinar, ser o pensar. Y tengo la esperanza y ferviente creencia de que en esto coincidimos todos. Hace poco, en una web en la que colaboro, recalqué que no se debe intentar convencer a nadie de que está haciendo las cosas mal por el mero hecho de que no las está haciendo como dicta otro. No estamos lejos de un capítulo de Black Mirror, no estamos lejos de ese futuro tan horripilante al comienzo del film Demolition Man. No estamos lejos de Un mundo feliz de Aldous Huxley. Estamos viviendo una nueva caza de brujas. Y hay que luchar.

Y si ellos han elegido las redes sociales como arma del supuesto bien común, de la protección moral y del avance de esa falsa felicidad, que así sea; que en ellas tenga lugar la lucha. Y recordad que les llevamos ventaja, pues las armas son las palabras. Y es la libertad, desde siempre, la que mueve las palabras.

Autor:

Sandra Lario foto Sandra lario nombrelinea decorativa

Crítico de cine en ZTV y Heraldo.es. Creador, presentador y realizador del programa más extra-elegante de cine: «Unas cuantas Pelis». ¿Lo único que importa? Cine, música, escribir, mucho café, cine y música. Apasionado de la música y el cine tanto escrito como realizado, rodado y proyectado. Emocional y moralmente incapaz de escoger un género ¡Todos son buenos mientras sea buen cine!

Twitter Blanca Uson

 

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