Zaragoza 8M: lucha, unión y rabia
Redacción Zero Grados//
El sol brilla casi tanto como ellas. Entre nubes y claros de un miércoles 8 de marzo que da tregua al frío, la avalancha morada crece a su paso. “No nos mires, únete”, corean al unísono. Lo que parecía ser una simple manifestación estudiantil se ha convertido en una masa heterogénea muy unida. Jóvenes y no tan jóvenes; personas cis y trans; nativos y extranjeros; mujeres y hombres. Todos tenemos cabida. La agrupación feminista Pan y Rosas y la organización juvenil Contracorriente logran aunar a varios centenares de manifestantes. Pero lo dicho, no solo luchan las jóvenes estudiantes. La diversidad ha inundado el casco urbano de Zaragoza.
El reloj marca las 12, hora punta. La movilización arranca desde la plaza San Francisco. Una enorme tela blanca carga el lema principal de la tropa feminista: “Las aulas van a arder, el sistema va a caer”. Por delante quedan más de dos horas de lucha, reivindicación y gritos. Los gritos de aquellas que creían no tener voz o de quienes, por desgracia, ya no pueden hacer uso de ella. La Gran Vía, la plaza Aragón, el paseo de la Independencia, la plaza España, la calle Alfonso y la majestuosa plaza del Pilar son testigos de esta jornada de protesta.
Mirar al frente es toparse con una multitud de pancartas con todo tipo de frases para apoyar la causa. No faltan las más habituales, como “Á(r)mate mujer, inicia la revolución” o “A mí también me gustan las mujeres y no las acoso”. También las hay más originales: “Si te acosan, prende un porro. Así sí viene la policía” o “Joder, Manolo, hazte la cena solo”. Y es que son numerosos los cánticos que dejan caer la nula protección que esta institución brinda a las mujeres. Tampoco se quedan cortas las dedicatorias al racismo, la transfobia e, incluso, a Santiago Abascal, a quien quieren “colgado del Pilar”.
Lo que se presentaba como una concentración en defensa de la inclusión del feminismo en las aulas y de su historia en las guías docentes acaba aglutinando todo tipo de luchas. El colectivo LGTBIQ+ está muy presente, así como la igualdad entre razas y la multiculturalidad. No se olvidan tampoco de los tabús sobre el sexo impuestos por el catolicismo: “Menos rosarios y más bolas chinas”, “Nos han engañao’, la Virgen ha follao’”, “Vamos a quemar la conferencia episcopal por machista y patriarcal”.
Desde fuera, hay quien aplaude su marcha, como hay quien la abuchea, entre ellos –y para colmo–, varias mujeres. Por eso, la causa sigue en pie con el deseo de que, algún día, no haya un 8M envuelto en lucha y manifestación. “Poneos a trabajar”, espeta a las manifestantes una sesentona con un gesto rancio. “Borrachas, alcohólicas”, se atreve a definirlas cierto señor. “Sola, borracha quiero llegar a casa”, replican con rabia.
Entre la furia, los puños alzados y la intensidad que rebosan las manifestantes, se abre paso una reportera de Televisión Española. Fotógrafos independientes, profesionales y cámaras de otros medios se cuelgan como monos en las farolas para tomar la mejor instantánea. Mostrar la longitud de la fila que se ha formado es una prioridad, como lo es para los periodistas de Aragón Radio y RNE narrarlo en directo. Todos quieren capturar su momento especial del día. Un segundo álgido que lucir en sus redes sociales con el hashtag #8M.
“Si no es feminista, no es educación”. El reclamo por una modificación del plan académico cobra poder a medida que avanzan las protagonistas. “Fuera el machismo de nuestras aulas”, exigen. “Nos han borrado de los libros y temarios”. Por muy jóvenes e inexpertas que parezcan, son mujeres fuertes con las ideas muy claras. Demuestran un espíritu colectivo, una unión sólida, con cada proclama: “Tranquila, hermana, aquí está tu manada”. Porque mientras una no pueda sola, todas saldrán en su defensa. “Arriba, arriba, arriba, todas a luchar”.
Los estudiantes reclaman más feminismo en las aulas
Manifestación estudiantil 8M a su paso por Fernando el Católico.
La mayoría de los estudiantes que acuden a la manifestación están de acuerdo en que sus centros educativos priorizaron la continuidad de las clases antes que su derecho a manifestarse. Todos los alumnos coinciden en que visibilizar la corriente feminista también es educar.
Leire Francés, estudiante de 1º del Bachillerato de Artes, cree que, aunque la situación de las mujeres ha mejorado con respecto al pasado, todavía hay mucho por lo que luchar: “Hay mucho machista normalizado”. Sofía Moreira, estudiante del Grado en Trabajo social, insiste en que “movilizarse también es hacer política y sin hacer política las cosas no van a cambiar”. Algunos hombres acuden a la movilización para mostrar su apoyo: “No tenemos tanta importancia como las mujeres hoy, pero considero que es importante que nos manifestemos. No es una lucha únicamente de mujeres, es de todos”, afirma Sergio Hierro, estudiante de Bachillerato del IES Valdespartera.
A pesar de la importancia que le otorgan los estudiantes, algunos centros educativos no han facilitado su derecho de reunión. Sandra Quintín piensa que el personal docente de su instituto no está concienciado: “Nos dieron una encuesta que decía que, si íbamos a la huelga, nos teníamos que apuntar en ella. ¿Desde cuándo para hacer una huelga tengo que apuntarme? La gracia de hacer una huelga es todo lo contrario”. Por otro lado, Leire Francés muestra su incredulidad porque tuvo que recordarle el siete de marzo a su profesora que, al día siguiente, había huelga: “Nos dijo que teníamos que entregar un trabajo y yo le dije que iba a ir a la manifestación”. Sergio Hierro indica que, aunque los profesores les han comunicado la posibilidad de justificar la falta, no los han animado a asistir a la concentración e iban a continuar dando clase: “Nos dijeron que, si faltábamos, nos apañáramos”.
Sofía Moreira muestra su descontento con el déficit de feminismo presente en la Universidad de Zaragoza: “Faltan profesoras feministas”. Además, añade que en Trabajo Social “el 90% de los profesores son hombres, aunque sea un trabajo completamente feminizado. No hay profesoras mujeres”.
En general, el sentimiento colectivo que comparten todos los estudiantes es la falta de concienciación que se lleva a cabo desde los centros educativos. Sin embargo, las nuevas generaciones son conscientes de su papel en la lucha por la igualdad efectiva entre hombres y mujeres: “Somos el futuro, pero también es importante motivar a las personas más mayores a asistir”, defiende Lucía Gascón, otra estudiante de Trabajo Social.
“Cansadas de ser un temario aparte con el que cumplir la cuota”
Representante del eje estudiantil del 8M leyendo el manifiesto en la Plaza del Pilar.
Hacia el final de la mañana, la marea morada llega a la plaza del Pilar. Desde allí, delante de la fuente de Goya y ante una multitud reseñable, se lleva a cabo el manifiesto. La joven representante del eje estudiantil 8M que sube al estrado señala que el sistema educativo debe ser el motor transformador de la sociedad, ya que este “Sigue estando bajo las cadenas del patriarcado”. Denuncia un futuro “poco esperanzador” en el que las estudiantes, maestras y trabajadoras “continúan con la influencia machista, LGTBIfóbica y capitalista que pretende controlar sus cuerpos y vidas”.
Incide en la necesidad de un sistema educativo que fomente el espíritu crítico para erradicar los roles de género y cualquier discriminación. La representante se refiere a que las mujeres están “cansadas de ser un temario aparte con el que cumplir la cuota” y exigen que se tenga en cuenta a “todas aquellas que fueron olvidadas activamente y relegadas al papel de cuidadoras, seres pasivos o directamente al anonimato”. Destaca los nombres de Elisabetta Sirani, Artemisia Gentileschi, Camille Claudel o Sylvia Plath. También refleja a cualquier mujer que les precedió en la lucha por la igualdad, como sus madres, tías o primas. Para cerrar su discurso, la activista recuerda a las mujeres de aquellos países donde no se les permite acceder a la educación.
La siguiente representante solicita un sistema educativo que “represente y cuente con los recursos necesarios para que todas podamos estudiar en igualdad de condiciones, sin importar nuestra condición, origen, recursos o capacidades” y llama al alumnado y profesorado a la movilización para hacer cumplir estas demandas. Además, recuerda ante las puertas del consistorio zaragozano la importancia del Centro Social y Comunitario Luis Buñuel, que fue desalojado por el Ayuntamiento el pasado febrero.
La joven reivindica una educación afectivo-sexual que incluya al colectivo LGTBIQ+ y “no comparta el ideal del amor romántico, posesivo y exclusivo”. Un paso necesario, según explica, para “arrancar de raíz la cultura de la violación, que normaliza las agresiones sexuales, y que culpabiliza y estigmatiza a las víctimas”. Por otra parte, quiere recordar la pésima salud mental en la que se encuentra gran parte de la juventud, especialmente quienes sufren o han sufrido incidentes sexuales. La activista expresa que para ser felices, se debe acabar “con el hiperindividualismo capitalista, la competitividad entre nosotras, la precariedad, el machismo, el racismo y todo aquello que supone limitar el desarrollo de la personalidad”. Reivindica el papel de las mujeres migrantes en la sociedad española, quienes “son jornaleras y cuidadoras en superexplotación”, y señala directamente al Gobierno al denunciar la ley de extranjería y las deportaciones. Desde el estrado, la joven promulga la unión de las estudiantes en las clases, en los barrios o en los centros de estudio para seguir luchando todo el año por una educación feminista.
Al grito de “¡Que viva la lucha de las mujeres!” se da por finalizada la mañana. Pero los cánticos de “¡Ista, ista, ista, Zaragoza feminista!” todavía resuenan durante unos cuantos minutos más, dejando el ambiente caldeado para la tarde.
Las protestantes presencian el discurso que cierra la manifestación.