Un amor intergeneracional: poesía en Zaragoza
Elena Álvarez//
“La poesía es una forma de ver el mundo”. “La poesía da sentido por sí mismo a un instante en el que estás vivo”. “La poesía es una comunicación muy íntima que permite trascender más allá”. “La poesía es liberación, transformación”. La poesía es muchísimas cosas, pero en Zaragoza es activa y activista. En nuestra ciudad, está viva y se nutre de la energía de personas de todas las edades: jóvenes, adultos y mayores la disfrutan en cada evento, en cada libro, en cada ciclo. La poesía es suya y nuestra. Y no tiene ganas de desaparecer.
Anáforas de esta historia
Nos remontamos a 1987, fecha en la que comenzó el ciclo Poesía en el campus. Fue Javier Delgado quien se puso al mando de la dirección hasta 1992, respaldado por un gran número de becarios, entre los que se encontraban Mª Ángeles Naval, Ana Alcubierre, Charo Cortés, Antonio Pérez Lasheras, Manuel Vilas, y muchos más.
Este proyecto comenzó en la Facultad de Filosofía y Letras con el objetivo de llevar la poesía y la cultura a la universidad. Desde 1992 hasta que el ciclo acabó, Mª Ángeles Naval dirigía Poesía en el campus. Con su trabajo incansable consiguió colaboraciones de poetas y escritores tanto zaragozanos como de fuera de la ciudad. Acudieron al ciclo, por ejemplo, Ana María Moix, Manuel Vázquez Montalbán o Carlos Marzal.
“Era el momento de poner en el mapa a la ciudad, recibir influencias”, afirma Mª Ángeles Naval. Con el respaldo de Ibercaja, la proyección aumentó potencialmente. Incluso hacían cuadernos de antologías poéticas de los autores participantes. “Nadie curraba tanto como nosotros”. Por desgracia, la aventura acabó en 2008.
Un año antes Fernando Sarría, un poeta de referencia en la ciudad, se sumó a la Asociación Aragonesa de Escritores y comenzó con la organización, junto a Miguel Ángel Yusta (después se unió Fran Picón), de Poesía para perdidos, uno de los eventos más conocidos y candentes del momento en la ciudad (que continúa). También en 2008 tuvo la ocasión de sacar a la luz su primer libro, El error de las hormigas.

Este era un momento de efervescencia para la poesía zaragozana. Entre otros eventos, también se encontraba el Cabaret poético, organizado por Luis Romero en El Zorro, que comenzó también por esas fechas y tuvo sus mejores años entre 2010 y 2015 (ya en la Bóveda del Albergue).
Unos años antes, alrededor del 2003, Nacho Escuín, otro poeta destacado en Zaragoza, junto a su compañero Alfredo Saldaña, comenzaron otro proyecto: Jueves de poesía. “Habíamos crecido con Poesía en el campus y en ese momento se acabó. Había un vacío”, me confiesa Nacho. Su idea era devolver la poesía a la Facultad.
Un encuentro con esta dinámica: “yo me sentaba con dos poetas, uno de fuera y otro de casa. Hablábamos y hablábamos mucho: de sus poéticas, de por qué escribían… Luego leían 10 o 15 minutos algo suyo.” Más de cien poetas españoles, entre ellos Miriam Reyes, David González, Juan Carlos Mestre o Rafa Sarabia presenciaron el evento. Una iniciativa que, tras moverse por diferentes localizaciones (desde la sala de juntas de la Facultad, pasando por Las Armas hasta el Teatro de la Estación), sigue celebrándose.

Pero la labor de Escuín no acaba aquí. En la universidad, en el año 1999, también fue uno de los impulsores de la creación de una revista literaria: Eclipse. Cuando él se marchó, le relevó Adrián Flor, otro nombre destacado por su activismo en la organización de eventos en Zaragoza. Como la revista funcionaba tan bien, la decisión de dar un paso más se llevó a cabo. Así nació la editorial Eclipsados.
“Publicaba a gente de aquí y gente de fuera, incluso poetas consagrados”. Estuvieron editando libros durante 11 años desde 2003 de autores como David González, Ferrer Lerín, Enrique Falcón. “Hicimos más de 100 libros. Eran escritores en muchos casos noveles y en otros, grandes descubrimientos que han sido significativos.” En este último grupo, tenemos a Fernando Sarría, cuyo primer libro fue editado por Eclipsados.
En estos años, cabe destacar el famoso “grupo del 22”, conocidos así por sus tradicionales citas los días 22 de cada mes. Formado por Ángel Gracia (actual gestor de la programación cultural en la Fnac), Miguel Serrano y Jesús Jiménez, supuso una agrupación fundamental de escritores en la ciudad.
Por otro lado, un poeta clave y veterano en la organización de eventos en Zaragoza es Daniel Rabanaque. Desde principios de los 2000 ya comenzó su interés por la spoken word, la poesía viva, en directo. “En esa línea de trabajo montamos un combo musico-poético-audiovisual con don Nadie y el colectivo Zombra”.

Rabanaque tampoco ha parado y sigue creando proyectos, eventos, talleres y ciclos. Tantos años en el meollo le han permitido contemplar la evolución del panorama poético desde fuera. “Veo una diferencia con los años de alrededor de la crisis donde los poetas juegan un papel en el que se les tiene en cuenta como generadores de discurso. Pero la situación social cambia y la poesía se adapta a ella. No es cuestión de que uno nos guste más y otro menos, es que lo que hay.”
El cambio: algo más que asociaciones
La poesía pasa por vicisitudes durante los años de la crisis (2008-2012) que dan lugar a asociaciones tan significativas como Noches de Poemia o La Casa de Zitas, que se unen en importancia a la decana Asociación Aragonesa de Escritores.
Noches de Poemia
Allá por el 2015 nació Noches de Poemia, un grupo que tres años más tarde se formaría como asociación. Sandra Lario, junto a Luis Rudis (quien ya no forma parte), impulsó este proyecto. “Veíamos una carencia en cuanto a espacios jóvenes, los círculos que había quizá eran más cerrados en el sentido de que era la gente habitual, los que ya se movían en ese mundo”, me explica Sandra.
Y así lo hicieron. Un proyecto poético de y para jóvenes. “Comenzamos con un ciclo semanal: cada miércoles hacíamos un evento durante los meses del curso”. Los eventos comenzaron en La Bóveda del Albergue y eran de todo tipo: micros abiertos, presentaciones de libros, recitales de invitados jóvenes y mayores, etc.

Además, impulsaron algo que actualmente es muy importante: las slams. Cuando Noches de Poemia tenía aún un año de vida, Adrián Flor –que ya hacía por su cuenta algunos eventos– colaboró con ellos para comenzar el altercado slam. Al año siguiente, Adrián ya entró en la organización.
Pero, ¿qué son las slams poéticas? Son competiciones de poesía a dos rondas donde los poetas tienen tres minutos para leer su poema y el público vota. Solo hay tres normas: que los textos sean propios, que no pasen de los 3 minutos, y que no se use nada más que la voz o un soporte para leer. Siempre que te acojas a esas normas, puedes participar sin importar tu experiencia o tu edad.

Tres años después, en 2018, Noches de Poemia se oficializa como asociación. Actualmente la forman David Jaraba, Bayron San, Gemma Carreras, Adrián Flor, Dave Liscano y la propia Sandra, contando también con otras personas de forma puntual como apoyo. Es en este año cuando el servicio de Juventud de Zaragoza les propone hacer un festival de poesía joven. Exacto. Así es como nace Rasmia!
“La idea cuando nació era sacar la poesía en los espacios cotidianos, llevarla a los espacios públicos y acercarla a las calles”, afirma Sandra. “Hacíamos eventos como poetas en las escaleras en plazas públicas, en el Paraninfo, en plaza España, en San Carlos… En diferentes puntos céntricos hacíamos recitales en la calle, incluso en el tranvía.”

Con dos meses de duración, el festival da mucho de sí. También ha ido cambiando y se han incorporado cosas nuevas. Por ejemplo, un concierto de rap y poesía, un concurso de poesía en Instagram, talleres con diferentes artes (fotografía, escultura). “Aunque sea un festival de poesía joven nos interesa dar la mano a otras generaciones y que todo el mundo pueda disfrutar y aprender de él. Traíamos a poetas más mayores y hacíamos diálogos entre poeta joven y mayor sobre su experiencia en la poesía.”

La Casa de Zitas
Años antes, en 2008, nace otra asociación: La Casa de Zitas. Un grupo perteneciente a la tertulia literaria del Van Gogh tuvo la culpa (en concreto, Paco Peco). “No sé si le rondaba ya el tema en la cabeza. Se lo comentó a Sagrario Manrique, otra poeta y directora de La Casa. A mí me pilló de sorpresa.” Montse Grao, una de las principales socias, me cuenta la historia del proyecto.
La primera reunión ni siquiera tenían sede. Después, en una cena, decidieron el nombre. “La idea surgió de Pepe Montero (que falleció en 2016). Dijo que tenía que ser un nombre transgresor, incluso que asustara. Se le ocurrió este y no hubo más nombres.” En cuanto a la sede, eligieron organizarse en un piso en la calle Santa Isabel. “Todo era muy romántico. ¿Cómo no iba a decir que sí?”
Los socios fundadores que siguen en el proyecto son Sagrario Manrique, Belén López, Víctor Recua y la propia Montse. Además de ellos, cuentan con la ayuda de socios simpatizantes, que pagan una cuota de 5€ al mes. “Como solo dependemos de nuestros medios, la gente romántica se anima y nos apoya. Si no estuviéramos locas ni fuéramos románticas, La Casa de Zitas no existiría.”

La columna vertebral de la asociación es su programa Pulsiones. Este consiste en traer a un poeta invitado para que haga un recital. Si, además, tiene un libro, lo trae y las personas que lo deseen pueden comprarlo. Tras esto, se abre un micro abierto para una ronda de preguntas. “Empezamos con los de Zaragoza hasta llegar a la gente de fuera. Pasamos de ir detrás de la gente a tener lista de espera.”
Por La Casa de Zitas han pasado decenas de poetas tan relevantes como Manuel Vilas o Ángel Guinda, pasando por Nacho Escuín o Ángel Gracia, sin dejar de lado a los más jóvenes (Sandra Lario, Bárbara Armstrong, Daniel Romeo, Adrián Flor). “Hemos confiado mucho en la poesía joven zaragozana”. Montse me cuenta que han venido poetas jóvenes gracias a “los poemios” (así les llaman ellas). “Fue como un pacto sin pactar nada. Ellos nos traían gente, nosotros hemos recitado en sus recitales. Todo es recíproco.”
Otra actividad característica de la asociación son sus vermuts poéticos. Ahora lo lleva el poeta Daniel Gómez. Él mismo me cuenta el funcionamiento: “un domingo del mes invitaba a un poeta y una poeta, uno que llevara más tiempo y otro que estuviera empezando. Les daba 20 minutos para recitar sus cosas. Con la excusa hacíamos un vermut, poníamos picoteo, algo de beber.”
Sin embargo, Montse me muestra su inquietud: a pesar de haber tenido tanta gente representativa de la ciudad, hay poetas que no han querido ir. “Hay gente importante de aquí que no nos quiere, muy poca, y no sabemos por qué. Me gustaría que un día me dijeran sus razones.”
Asociación Aragonesa de Escritores
Por último, pero no menos importante, la asociación más veterana de Zaragoza (desde 2003) también toma cartas en el asunto poético: la Asociación Aragonesa de Escritores. Con Javier Fernández actualmente en la presidencia, han sido los precursores de un gran número de eventos en la ciudad, de entre los que destaco el ya mencionado Poesía para perdidos, que hasta 2018 había tenido lugar en la Campana de los Perdidos (ahora La Campana Underground). Ahora los eventos son en La Bóveda del Albergue.

Fernando Sarría, uno de los impulsores, me cuenta la dinámica: “Solíamos tener dos poetas y un músico. Los poetas actuaban un cuarto de hora cada uno, luego iba la música, y se repetía lo mismo otra vez. Al final, volvíamos a tener música para cerrar el evento”.
Sin embargo, había muchas citas más a las que acudir. Desde el grupo de tertulia poética “Transversores” (Fernando Sarría, Fran Picón, Miguel Ángel Yusta, Belén Mateos, Carolina Millán y Mar Blanco) hacían presentaciones de libros, y ciclos como Conversando con o El poeta y su voz.
Como todo, la asociación también ha ido evolucionando. Con la aparición de Noches de Poemia, esta se abrió. Así, intentan llegar a todo tipo de públicos. Muchos poetas jóvenes ahora ya pertenecen a la AAE. Además, están organizando un nuevo proyecto: crear un libro de un poeta joven que no haya publicado nunca.
“Son tres esfuerzos que se concentran en uno: el autor que va a ser publicado lo propone la gente de Rasmia!, lo financia la AAE y el libro es de la editorial La Herradura Oxidada”, me explica Luisa Miñana. En este caso, el ejemplar que tengo entre mis manos es Allí donde nace la tristeza (diario de una cuarentena) de Lucía Melz.
Con nombre y apellidos
Decanos
Esto no acaba aquí. Además de las asociaciones, es necesario dar un espacio a todas aquellas personas que han ayudado a expandir la cultura de la poesía en nuestra ciudad. Poetas que, a veces sin ni siquiera darse cuenta, se han metido en este mundo que se ha convertido en su forma de vida.
Los ya mencionados “Transversores” son un grupo formado por tres mujeres y tres hombres. Sin restar importancia a cualquiera de sus integrantes, tuve el placer de hablar con Fernando Sarría y Luisa Miñana, dos veteranos en la materia.
Sarría ha sacado ni más ni menos que 17 libros en 12 años. “Le encanta decirlo”, apunta Luisa. Escribía desde que era joven, pero la poesía empezó a ser fundamental para él a partir de 2006, cuando se creó un blog “por culpa de Luisa”. Desde ese momento no ha parado ni piensa hacerlo. “Todos los días escribo algo, y ahora que estoy jubilado, incluso más. Yo escribo porque así respiro.” De hecho, ya tiene en mente otro libro para este año.
Luisa Miñana, por otro lado, escribe menos porque tiene menos tiempo. Aun así, tiene cuatro libros de poesía, aunque tampoco deja de lado la novela. Es una de las mujeres más relevantes en el panorama actual, siempre activa en la organización de eventos y actualizada en todo lo que puede. “Soy un poco friki de la tecnología y me miran raro. Creo que la gente de la literatura tendríamos que implicarnos un poco más y comunicarnos entre las disciplinas del arte.”

Otra mujer que no se puede estar quieta es Elvira Lozano, la persona al frente del centro social-librería La Pantera Rossa. Hija de poeta, ha crecido con la poesía. Rescata unos versos propios: “Mi lengua materna / son los versos de mi padre”. Tiene también dos poemarios: el primero, Toay, de Eclipsados, y el segundo, Todo estalla dicho, de la editorial Pregunta, que es una antología.
Es otra precursora de eventos de poesía, y en su caso, ha creado el Festival Antiaérea, que lleva en marcha desde 2015. Al principio comenzó de la mano de la editorial Pregunta. “Poco a poco sin dinero hicimos un festival muy interesante. Cada año nos han ido dando más pasta y más trabajo.” Así ha pasado a ser uno de los referentes de la ciudad.
Además, este festival es más humilde y con un formato más íntimo. En la selección de autores, Elvira pasa un filtro: “traemos buenos poetas en el doble sentido, que tengan calidad literaria y calidad humana”. Intenta que la mayoría sean mujeres porque están infrarrepresentadas, pero decidió no llamarlo festival de mujeres “porque parece que si invitas a mujeres haya que justificarlo”. Sin ir más lejos, en este 2020 pasaron por Antiaérea Gema Palacios, Andrea Abreu, Miriam Reyes, Sara Torres y Lorena Álvarez, entre otras.

Marina Patrón, otra poeta y amante de la poesía (madrileña pero residente en Zaragoza), tuvo la oportunidad de acudir a algún recital del festival el año pasado. “Se creó una atmósfera muy bonita. Fueron unos eventos muy bellos y muy necesarios porque, claro, ¿quién se acordaba de la poesía en una pandemia mundial?”
El presente y el futuro
Y hablando de mujeres, en nuestra ciudad hay algunas que son maravillosas poetas. Entre ellas tenemos a Bea Royuela, que improvisa un poema en tres minutos con una palabra y unas preguntas, y te lo plasma con su máquina de escribir en un filtro de café. Ella es una de las veteranas en el mundo de la poesía joven en Zaragoza.
Hacia el año 2012, conoció a Adrián Flor por la revista Eclipse. A partir de ahí, empezó a salir con el círculo que surgía alrededor de la poesía. También recitaba, pero lo dejó, ya que decidió profesionalizarse en su máquina. Una historia que comenzó en 2015.

Empezó haciendo bolos en Las Armas con retales de tela, pero decidió cambiar a los filtros de café. “Al hacer retales algunos se deshilachaban. Empecé a hacer probatinas y encontré los filtros. El filtro, al ser papel, era perfecto porque empapa súper bien y ya no es un papel, es algo diferente.”
Desde entonces no ha parado: ha participado en el festival Rasmia!, en eventos con niños e incluso ha improvisado poemas en una boda. Ella describe así su arte: “es un poema personalizado para ti en este momento y ahora. Al final la gente lo que quiere es el cariño. Mucha gente se echa a llorar.”
Otro nombre destacado es Bárbara Armstrong. Conoció Noches de Poemia en 2016 por la cercanía de su casa a La Bóveda del Albergue. “Para mí eran unos tíos que tenían unos poemas preciosos, declamaban súper bien, recitaban contra viento y marea. Yo me sentía como Lisa Simpson cuando va a la universidad. Tardé año y medio en salir a recitar.”

Un día, al final, se atrevió a subir. Seis meses más tarde se presentó a la primera clasificatoria slam y quedó primera. A partir de entonces no ha dejado de crecer. En 2019 sacó su primer poemario: Las chicas ya no leen cuentos. Sus poemas hablan de introspección, feminismo y sexualidad.
Y de más antiguas a más nuevas, Celia Carrasco es el último descubrimiento de este año. Su poemario Entre temporal y frente, de la editorial Olifante, se encuentra entre los mejores libros del 2020 de las letras aragonesas. Tuvo su presentación dentro del festival Rasmia!.
Tampoco podemos olvidar a Dani Gómez, también conocido como D.etéreo que, además de haber participado en los eventos de Noches de Poemia y ser un asiduo en las slams poéticas (finalista en las cinco temporadas), le gusta organizar sus propios eventos y actividades. El año pasado sacó su primer poemario más “profesional”, Etéreocardiograma, de Imperium ediciones.

Entre las distintas citas que ha organizado, Dani ha hecho recitales solidarios en Navidad, un proyecto de la España poetizada (llevar la poesía a pueblos de la España vaciada), el ya mencionado vermut poético, el enfrentamiento poético (poesía llevada al ring de boxeo), y actividades de poesía en colegios o residencias.
Aprendizaje
Sin embargo, la experta en Zaragoza en talleres de escritura creativa (de poesía, pero también novela) es Ada Menéndez, también poeta, que lleva la escuela de escritura creativa “El laboratorio de sueños”. Ada se diferencia del resto por el empleo de técnicas de creatividad y el juego. “Me interesa que aprendas herramientas creativas para cuando tengas que crear.”
A Ada le encantan los collages, llenar la mesa de papeles, pegamento, pinturas “y que la gente se vuelva loca.” También utiliza mucho la poesía visual, con un objeto-poema. Pone el ejemplo de un cactus lleno de bolis clavados en él (hecho por la Alpargatera, poeta visual zaragozana). “Es crear una metáfora en un objeto. Lo llevo, lo pongo en medio de la mesa y pregunto qué creen que es. La gente flipa. Van soltando lo que piensan en una tormenta de ideas. Me sirve para hablar de qué es la poesía, dónde está, sus distintos formatos: puede estar en un movimiento, un objeto, un sonido, un olor. O les puedo decir que creen su propio objeto-poema, o que improvisen un movimiento poético. Me gusta que todo sea dinámico.”
Junto a eso, también organiza actividades culturales. Por ejemplo, tiene un ciclo de mujeres artistas: Nosotras creamos, donde participan mujeres de todas las disciplinas para dar a conocer su arte. Además, prepara los Laboratorio Street para alumnos. Su intención en los eventos es que sean divertidos. “Procuro que siempre participe el público, es muy importante. Por ejemplo, hacemos cadáveres exquisitos escribiendo de forma encadenada un texto.”
De la idea a la realidad
Para finalizar, nada de esto sería posible sin la ayuda de las editoriales. Esas que respaldan y apoyan el trabajo de los poetas locales y les dan voz. En Zaragoza destaca Olifante, la más antigua, cuya directora es Trinidad Ruiz. Pero hay muchas más: Distinta (la editorial de La Pantera Rossa), La Herradura Oxidada, Pregunta, Imperium ediciones y Los libros del gato negro, entre otras. También, cabe destacar algunas otras de distintos lugares de España que han publicado a poetas aragoneses, como Lastura, La Bella Varsovia o Huacanamo. Queda para otro reportaje ocuparnos de este universo editorial poético en detalle.
Epílogo (hasta aquí puedo leer)
Como para todos ahora, el futuro es incierto. Y, si la pandemia nos lo permite, la poesía va a seguir llenando la ciudad. La slam estatal este año iba a ser en Zaragoza, pero el virus provocó su aplazamiento a marzo. Daniel Rabanaque, nuestro representante local, estará centrado en esta final hasta dentro de dos meses.
En cuanto a premios, Mª Ángeles Naval orquesta cada año desde 2016 los Premios Literarios de Barbastro. Este año 2020, el ganador del Premio Internacional de Poesía “Hermanos Argensola” fue Alejandro Simón Partal con Una buena hora. Otros galardonados anteriores fueron, entre otros, Andrés García Cerdán o María Alcantarilla.
Por otro lado, La Casa de Zitas ha tenido que dejar el piso y han trasladado su sede a un local en la calle Agustina de Aragón. De momento, mientras las restricciones no lo permitan, seguirán cerrados y esperan poder retomar la actividad poética pronto.
Elvira espera con ganas la próxima edición del Festival Antiaérea. “Este es el primer año que nos dan la máxima puntuación de todos los proyectos presentados a las subvenciones.” A nivel personal, quiere publicar otro libro.
A Nacho Escuín la pandemia tampoco le ha retenido. Mantiene los Jueves de poesía, está montando un festival literario importante para una zona despoblada en la provincia de Teruel (es director del Instituto de Estudios Turolenses) y publicará un libro en primavera.
Ada Menéndez está esperando al 9 de febrero para poder retomar el ciclo de Nosotras creamos y procura estar activa en su escuela. Además, se sigue moviendo por colegios e institutos para enseñar que la poesía es más que la métrica y la metáfora.
Noches de Poemia sigue organizando slams cada mes, con todas las restricciones y medidas necesarias en El Sótano Mágico para una cultura segura. Y la Asociación Aragonesa de Escritores está en las mismas, con ganas de retomar la actividad.
Sin embargo, a pesar de los contratiempos y problemas que puedan tener, todos ellos dan vida a la poesía en Zaragoza. Y, desde luego, estos son solo algunos de los nombres que llenan nuestra ciudad. Libros, eventos, festivales y poetas enriquecen nuestras calles. Un amor intergeneracional que está muy lejos de quedarse parado. El amor a la poesía es eterno.