Crítica de ‘365 días’

Sinopsis:

Laura es una directora de ventas. Exitosa en el trabajo pero aburrida en el amor, decide viajar con su novio y un grupo de amigos a Sicilia, pero allí se cruza con Massimo Torricelli, un mafioso. Decidido a que ella se quede con él, la encierra durante 365 días, para poder enamorarla y que así la mujer se quede con él por voluntad propia.

Crítica de 365 días

En esta primera reseña de verano para la revista Zero Grados, estoy cometiendo dos garrafales faltas de calidad, educación y respeto.

Respeto, porque debería ser una crítica de cine, pero como ya sabéis, aún no han llegado los estrenos que están previstos para que este verano vuelvan a abrir las salas sin necesidad de reestrenos o reposiciones, haciéndolo en todo su esplendor.  Por supuesto nada más lejos de mi intención infravalorar la maravillosa posibilidad que tenéis todos de ver en pantalla grande, films ahora en salas, y que han recuperado debido a esta situación, como Cinema Paraíso o Los Goonies.

Educación, porque se trata de un estreno en plataformas, concretamente en Netflix. No quiero meterme ni ensañarme con el formato televisivo, portentoso negocio, llevado a cabo por esta plataforma. Bien es sabido que en los últimos años la pequeña pantalla ha superado en, precisamente, calidad a muchos films de su hermana mayor. Pero han sido pocos, poquísimos, estos casos. Quizá la excelente La Balada de Buster Scruggs de los Coen, El Irlandés del maestro Scorsese, y muy pocas más.

Y calidad porque, la… «Obra» en cuestión es 365 días (365 DNI) film polaco que se estrenó en la plataforma el pasado 24 de junio.

¿Qué sucede? Que yo necesitaba un film para empezar con esta sección, y me decanté por este, debido a todo el revuelo que ha armado en redes, seguro que lo habéis oído. Podría haberme decantado, no obstante, por Plan de salida (Selvmordsturisten) protagonizada por Nikolaj Coster-Waldau, y que tenéis disponible en plataformas como Movistar. Sin ser en absoluto ninguna maravilla, al menos, se trata de una película. Pero he elegido esta, 365 días. Y el motivo es oscuro, triste y derrotista, os lo advierto. Este film de Barbara Bialowas es, sin duda, una atroz artimaña que busca reproducciones como un influencer busca «me gusta» en redes subiendo una foto de su reflejo. Es así de sencillo, no hay más. Y la mía la ha conseguido, ¿cómo lo ha hecho? Gracias a lo que antes os he comentado: Las redes sociales. Del mismo modo que lo consiguen los influencers, sin hacer nada relevante. Causa y efecto. De igual forma que todos nos preguntamos cómo es posible que gente con serrín en lugar de sesos, con inusual e injustificada prepotencia en lugar de imaginación o simple carácter, viva sin hacer nada más que vender su día a día, este film, por llamarlo film, es el claro ejemplo de un elaborado ejercicio de marketing propio del siglo en que vivimos.

Entiendo el enfado, la indignación, de muchos de los usuarios de Instagram, Facebook o Twitter, al ver la película. Sin embargo, lo que no entiendo, es cómo no han caído en la cuenta de que el objetivo principal eran, precisamente, ellos. Las personas que iban a indignarse, cabrearse, y poner la voz en grito. Porque, señoras y señores, vivimos una época en la que no vende la calidad, vende la cantidad. No vende el arte, vende el escándalo más ridículo. Cual plató de Telecinco, infestado de voces que escupen gritos inaudibles, este film no hace apología de la violación, la misoginia y la sumisión, en absoluto. Hace algo mucho peor, usarlas como reclamo publicitario. Y ha colado total y absolutamente en quien debía hacerlo, en todos aquellos que los responsables, directora, productores y la mismísima Netflix, sabían que iban a ser sus mejores agentes publicitarios.

Parece no tener en cuenta nada del thriller erótico existente hasta la fecha, entre cuyo género hay auténticas joyas (Instinto Básico, Fuego en el cuerpo…) y algunos films relevantes de su época (El cartero siempre llama dos veces, Atracción fatal…) y sí parece presumir de un rodaje meramente correcto, sin talento alguno en su básico montaje, fotografía o, por supuesto, casi insultante guion. En el caso de que existiera cuando comenzaron a rodar… Porque si me entero de que lo que hicieron fue ir leyendo sobre la marcha la novela en la que se basa, pasando los capítulos hasta llegar a los reclamos publicitarios, me lo creería. Mi falta de educación en esta reseña no va a llegar a hablar de las interpretaciones, no soy tan cruel. Obviamente los actores no fueron dirigidos ni siquiera por el script.

Si en alguna escena hubiese advertido algún atisbo de calidad, no insistiría. Si en alguna de sus embarazosas y ridículas situaciones, meros vehículos de diálogos inverosímiles y vacíos, carentes de cualquier intención, hubiese atisbado un cierto grado de interés por mi parte, no insistiría. Pero ya que estos hechos no han ocurrido, insisto en denostar a esta película, no como una película, sino como un simple anuncio lleno de hastags y filtros, tapando lo que realmente es: una publicación que busca reproducciones haciendo uso para ello de algo tan denigrante y repugnante como la sumisión de una mujer ante un secuestrador, nada más. ¿Indignante? Si, pero no apología. No cometáis el error de pensar que ensalza las acciones del mafioso hacia su víctima como un recurso narrativo. No lo es. Es un recurso publicitario en el que todos habéis caído, yo incluido, simplemente para ver si «realmente es para tanto».  Sí, es para tanto. Pero no por las razones que vociferáis en redes, sino por algo mucho peor.

  • Conclusión: No es cine, es publicidad. No es una película, es una publicación.
  • Destaca: La astuta campaña de marketing llevada a cabo. Mientras escribo, es lo quinto más visto en Netflix en nuestro país.
  • No destaca: Absolutamente todo lo demás que atañe a su título y responsables.

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