La salud sigue de cuarentena durante la pandemia

Irene Marín//

La llegada de la COVID-19 a nuestras vidas el pasado año ha tenido un fuerte impacto en la vida diaria de las personas. Sus consecuencias perduran y siguen afectando a la salud de muchos ciudadanos.

En el ámbito de la nutrición, la Associació contra l’Anorèxia i la Bulímia (ACAB) anuncia un dato alarmante: los casos de trastornos de la conducta alimentaria (TCA) se han triplicado el presente año. En 2019, unas 1.900 personas demandaban ayuda a causa de estas enfermedades mientras que, en la actualidad, han incrementado hasta llegar a las 5000.

Si indagamos sobre cuáles son los sectores de población que sufren con mayor asiduidad un TCA, la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) señala a los adolescentes. La Asociación TCA Aragón advierte sobre el impacto que generan en estos los estereotipos físicos que se muestran en las redes sociales y que, a menudo, no muestran imágenes reales de los cuerpos, ya que se busca posar con una estética antinatural y estudiada.

Aunque las dos patologías más habituales y conocidas son la anorexia y la bulimia nerviosa, la pandemia ha hecho que se disparen los casos en otras que no tienen tanta visibilidad como son el Trastorno por Atracón o la ortorexia.

La primera, definida por el Servicio Especializado en Trastornos de la Conducta Alimentaria (SETCA), consiste en ingerir grandes cantidades de comida, normalmente en horarios clandestinos, y después pasar largos periodos de ayuno para paliar los daños o los remordimientos que se tienen por haber cometido los excesos.

Este problema suele ir ligado a personas que padecen ansiedad, sobre todo después de un periodo de fuerte restricción alimenticia.

Por otro lado, la ortorexia es una enfermedad que lleva a quien la sufre a sentir pavor y rechazar de forma tajante productos no saludables. Según el SETCA, las personas ortoréxicas rechazan cualquier tipo de comida social ya que en esta se siente obligados a consumir alimentos nocivos para la salud como aquellos que contienen azúcares o grasas en exceso. Para ellos, la pandemia ha supuesto que sea más fácil seguir con su obsesión con el cierre de muchos restaurantes y bares y la difusión del estilo de vida sano y deportista por redes sociales.

Tanto el trastorno por atracón como la ortorexia pueden resultar poco conocidas, no son las más peligrosas ni locas. Las más lesivas para nuestra salud e inquietantes, según la Asociación Americana de Psiquiatría son la Sadorexia, la Potomanía y la Drunkorexia.

La Sadorexia, también conocida como la «dieta del dolor» nace de una anorexia extrema. El psicólogo y psicopedagogo Óscar Martillero explica que «la persona que la padece realiza conductas autolesivas con el fin de evitar el hambre o castigar posibles excesos».

Martillero también apunta a que esta vertiente de la anorexia se da en personas con falta de control en su vida y, sobre todo, a causa de una «visión sobrevalorada de la importancia de la figura corporal y la apariencia, en gran medida adquirida culturalmente».

Por otro lado, encontramos la Potomía, problema cuya base no es la restricción alimenticia, sino la ingesta de nutrientes nula. La persona solo consume cantidades enormes de líquidos, en concreto, de agua. Según la psicóloga Julia Uliaque, “estos pacientes pueden llegar a beber entre 8 y 15 litros diarios de agua, lo que tiene unas repercusiones muy fuertes en su organismo como náuseas, fallos renales, dolores de cabeza e, incluso, daños cerebrales”.

Por último, la drunkorexia es una enfermedad que Gonzalo Morandé, jefe de la Unidad de Trastornos Alimentarios del Hospital Niño Jesús de Madrid, afirma ser más común en chicas adolescentes a partir de los 15 años. Se trata de una abstinencia a comer de forma voluntaria para abusar del consumo de bebidas alcohólicas sin remordimientos. Morandé puntualiza lo arriesgado que supone esta práctica ya que, si el abuso de alcohol es dañino a nivel cerebral y funcional, este se agrava sin tener un sustento alimenticio básico.

Aunque sean desconocidas para muchos, estas prácticas están a la orden del día en una sociedad cuyos cánones de belleza se basan, para muchas personas, en figuras estilizadas y delgadas para mujeres, y fuertes y musculosas para hombres.

La psicóloga Irene Alonso Vaquerizo apunta que todos estos problemas no son más que “la punta del iceberg de otros más profundos como alteraciones de ansiedad, depresión, baja autoestima o mala gestión emocional”. Para ella, es necesario que se trate primero la mente, porque “los TCA son consecuencia directa de nuestro inconformismo, tristeza y agonía interior, nacen de nuestras inseguridades”.

Podéis leer piezas anteriores de la sección de Nutrición de Irene Marín aquí:

Vegano o vegetariano. ¿Qué quiero ser de mayor?

El aceite de oliva. Una relación amor odio

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